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Estos trabajos permitirían la ampliación del terminal de vehículos de dicho puerto. Para realizar esta actividad, que permitiría un nuevo dinamismo al puerto, se realizó en dos fases distanciadas en el tiempo. En primer lugar, y resultando el trabajo de mayor envergadura, se derribaron las edificaciones de los denominados “Almacenes de armadores”, unas oficinas de la Autoridad Portuaria junto con un bar próximo, y dos casetas adicionales..
Algo más de un año después, se realizó otro derribo para dar continuidad a la mejora de la circulación de los vehículos en la terminal de Bouzas. Este derribo resultó ser de una edificación de dos niveles exenta, que eran las antiguas oficinas de una naviera. Este derribo, requirió al inicio, de una limpieza interna de distintos elementos todavía presentes. El derribo se realizó con una retroexcavadora provista de martillo y de cizalla. De esta manera, además de demoler, también se cizallaban los elementos de hormigón, y se podía separar el acero presente para ser llevado a reciclaje.
Luego de finalizar el derribo, se procedió a la demolición de la solera y del recrecido de hormigón. Este residuo fue gestionado a vertedero autorizado, y en el espacio resultante, se realizó un hormigonado armado con fibras, con el objeto de otorgar al puerto, de un espacio libre de obstáculos, y preparado para soportar alto tráfico vehicular.